sábado, 5 de marzo de 2011

Camino a dónde

Después de todo sobrevivimos al MIR. No sé si es el síndrome del "Rblasto" o que el no tener nada que hacer nos vuelve locos, pero la sensación de estar flotando en medio de la nada hace que todo pase tan deprisa que uno a veces no sabe muy bien dónde está ni quién es exactamente.

Basándome en lo que ha ocurrido fuera de mi imaginación puedo decir que me veo a mí misma caminando, pero sin saber muy bien hacia dónde. Cuando teníamos flechas amarillas que nos indicaban la dirección era algo más sencillo, y todos los pasos que íbamos dando tenían un sentido y una explicación.

Creo que es verdad que solo caminas cuando tienes una meta a la que llegar. Me gustaría poder decir como en otra época que sé a dónde voy, pero lo cierto es que solo sé que camino. A veces en círculos, otras hacia lugares en los que ya he estado, y en ocasiones por un túnel que parece ser siempre igual.
En cualquier caso, y aunque la meta sea importante, que haga sol todos los días es bastante improbable. Que sueñes con el nombre del hospital o la especialidad a la que deberías dedicarte tampoco es algo que a la mayoría nos vaya a pasar.

Creo que es verdad que solo caminas cuando hay alguien que te está esperando en la meta. Entonces da igual que llueva o nieve, que el camino sea un camino embarrado que nadie escogería recorrer. Sobrevivimos al MIR porque hay alguien sentado en una sala de urgencias o una consulta esperando ser atendido. Personalmente no sé cómo me enfrentaré a ese momento cuando llegue, pero vale la pena haber caminado hasta aquí para descubrirlo.

Con cariño

LA.

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