martes, 28 de junio de 2011

Rápido descenso hacia el alcoholismo

El Lunes solía ser el día más insulso de la semana, pero ayer no fue así. Lo normal es que el día empiece contigo en una sala llena de médicos escuchando que ha ingresado un paciente nuevo al que tienes que ir a ver. Lo normal es que vayas a ver a tu paciente y, al ver que no hay nada que hacer salvo cogerle de la mano, hagas esto como algo a la vez triste y rutinario a lo que deberías irte acostumbrando.

Que ayer fue un día normal podría ser tan cierto como que "quienes beben unidos, permanecen unidos"; y a mí me gusta pensar que sí.

Que salí del hospital para bailar, beber, volver a bailar y volver a beber; y de tanto beber y bailar y girar, se me olvidó que por la mañana había estado cogiendo de la mano a una paciente de la que solo sé que se muere. 

No bebía para olvidarme de todo esto, ni siquiera tenía una razón. Supongo que en el baile, mientras estás girando, pierdes la noción del espacio que recorres y nunca sabes con certeza si al final del giro habrá alguien allí para recogerte. 
Pero el alcohol, aunque a veces ayude a ocultar tu miedo al vacío, tan solo aumenta las probabilidades de que acabes en el suelo. Y, ayer, girando en medio de tanta gente, solo pensaba en que no era yo quien por la mañana sujetaba la mano de la paciente moribunda, sino ella quien cogía la mía, y yo quien se dejaba coger.

Tal vez esto es solo una idea sobrevalorada y ayer no fue más que un día normal; pero, ¿y si lo fue?

Con cariño
LA

domingo, 12 de junio de 2011

ser guay

 ¿qué es lo que tiene valor para mí?... cómo decía un amigo, ser guay, ser guay es lo que importa. Podría decir que quiero a mis amigos por ser maravillosos, ser excelentes personas, estar ahí siempre...pero mentiría. Creo que lo que realmente valoro en toda persona y por supuesto en mis amigos es que se muestren tal y cómo son y poder mostrarme a ellos con cada uno de mis defectos de forma que cuando estoy con ellos no sea ni más guapa ni más lista de lo que soy, pero sin embargo, si pueda estar a gusto. Lo bueno de la amistad es que es incondicional y que todo aquello que es conocido acerca de una persona por los de fuera (como por ej su condición económica, expediente académico, número del mir, años que lleva de carrera, sueldo, éxito con las mujeres/hombres...) carece de toda importancia. Supongo que la gran mayoría se levanta por la mañana realzando todos sus buenos atributos, para recordarse a sí mismo que es merecedor de amor y de que las cosas le salgan bien, pero yo considero, que con sólo ser personas que se aceptan a sí mismas y que se muestran al mundo tal y cómo son, son merecedores de todo y más. En ese momento pasas a ser la persona más guay y más estupenda que cualquiera pueda tener a su lado, nada lo puede superar. Tanto si tiendes a ser borde, pesado/a, aburrido/a, serio/a, listillo/a...todo puede dar igual, con tal de que no finjas ser de otra forma diferente a lo que eres realmente. Para mí, esta es la principal razón por la que se disfruta la amistad y que hace que pasar el tiempo con una persona merezca la pena de verdad. En consecuencia, todo aquello que ocultes a los otros, no será más que una barrera, que te aleje de una auténtica amistad o del amor, en cualquiera de sus facetas; serás entonces una persona más perfecta, de acuerdo, pero sin ese trasfondo real que todos necesitamos observar en una persona para poder decir que realmente la conocemos.
Todo esto es sólo una opinión: do

martes, 7 de junio de 2011

SOY UN CROMO

Como dijo mi ilustrada madre "Pensaba que ibas a decirme que estabas enamorada de un paisaje, de una obra de arte, de una canción..." Si la hubiera escuchado no habría acabado en el Mercado de Cromos.
Al principio no sabes a dónde vas, en paquetes de 5 o 10 junto a otros cromos conocidos como "amigas". Sin darte cuenta entras en un complicado sistema de compra, venta e intercambio de mercancía cuyo lema es "Hazte con todos".
Sin embargo, la vida del cromo es bastante sencilla, ya que éste lleva implícito en su ser acabar pegado en un álbum. Pero no todos los cromos sufrimos la misma suerte.
Algunos caen en las manos del típico coleccionista de cromos cuyo fin primero es completar el álbum "sile, nole, sile, nole". Otros no llegan a salir del envoltorio, pasan un rato en el bolsillo del comprador para desaparecer antes de ser descubiertos. Los más afortunados son aquellos que llaman de manera especial la atención de su dueño, los cromos favoritos, esos que temen pegar en el álbum porque pasarían a ser como cualquier otro cromo; pero que tarde o temprano recuperan su esencia de "intercambiables".

En mi caso creo que tuve suerte, podría decirse que fui un cromo feliz; uno de esos cromos difíciles de conseguir que se resiste a ser pegado en el álbum. Al principio admirado y guardado como un tesoro, me acabaron intercambiando por 5 como yo ("cromo que no has de pegar, déjalo volar"). Fuí, por así decirlo, el cromo bueno, el tazo gordo, el gogo trucado, altamente beneficioso para su poseedor.
Me consuela pensar que fue duro deshacerse de mí y que me salvé de la pega. Porque como todos sabéis cuando un cromo es despegado de su álbum original siempre deja una parte de él en el lugar donde estuvo.

Existen leyendas que hablan de cromos que consiguieron dejar de serlo; el resto, nos contentamos con recordar el día que nos sacaron del envoltorio y nos miraron como si fuéramos el único cromo sobre el planeta, sorprendidos y emocionados por tener algo entre sus manos que valía la pena conservar.

Eso sí, la esperanza es lo último que se pierde, y aunque no existiera ninguna te diría "Serás un cromo más tendrás sentido, cromo serás mas cromo enajenado".
Con cariño
La