Hubo una época, siglo atrás, en la que cuando te despedías de una persona llegabas a dudar si volverías a verla. La incertidumbre se apoderaba de tí, y, de todo lo que pasaba por tu cabeza en esos instantes, terminabas diciendo: "No cambies nunca".
Puestos a elegir hay frases más creíbles, y, si estuvieras convencido de que esa persona iba a quedarse, seguramente le habrías dado una lista de "cosas a mejorar" de forma preventiva.
Sé que no es del todo coherente desear que aquellos a los que no vas a ver permanezcan como los recordabas antes de irse, e intentar cambiar cueste lo que cueste a los que se quedan contigo. Lo sé, nadie es perfecto, pero eso fue antes de facebook.
Ahora todo es diferente, y, cuanto menos conoces a una persona más entretenido es ver su última actualización. A tus amigos les tienes en tu vida, pero al resto del mundo lo tienes en facebook.
Ya no hace falta que una mariposa bata sus alas en Canadá; hay mensajes, comentarios, etiquetas, eventos, últimas noticias, invitaciones, solicitudes de amistad, sugerencias de páginas, enlaces, y esos "a Rosina, Teresa, Cris y otras 23 personas más les gusta tu foto".
Aún así hay quien todavía se siente solo, porque, seamos sinceros, ni doscientas mariposas batiendo sus alas a la vez superan el efecto de un buen abrazo.
Con cariño.
La
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